El frutero de mi barrio

El frutero de mi barrio se llama Ramón y suyas son las mejores naranjas. Cuando le visito y también cuando no juega con elegante picardía a colar a las niñas bonitas que no quieren serlo. Dice que para dejarme bajar por sus espaldas. Sé que para dejarse caer desde la tarima de naranjo viejo por los escotes del universo.

Así, por la espalda, conocí a Marta, la mujer que acabó haciéndome marido y exmarido.

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Lo nunca visto.